La página  en blanco siempre había sido un reto para él, buscaba en cada esquina de su cuarto el punto exacto donde saltara la inspiración, pensaba que mediante las letras podría conseguir un poco de atención, convertirse en ese personaje principal que aparecía en sus relatos. Pero su pluma inició la escritura de un macabro relato, en él parecía que todos los años de burlas y desprecios femeninos serían callados, que extinguiría a toda aquella mujer que lo había ignorado por su baja estatura y poco agraciada apariencia. La pluma comenzó a unir las peores frases, los más oscuros deseos de venganza, la palabra amor difícilmente rimaba con sangre, una oscura crónica sobre un acto caníbal comenzaba a redactarse cual relato biográfico del joven estudiante de letras Issei Sagawa.

Aunque no puede ser catalogado como un auténtico asesino en serie, el nipón Issei Sagawa pasó a la memoria mundial del crimen por lo violento y peculiar del acto, el diminuto estudiante de literatura francesa tenía un brillante futuro como escritor, pero todo esto lo cambió por una secreta obsesión que lo seguía desde hace varios años, la piel blanca y los cuerpos altos y torneados eran lo que Issei  deseaba hasta el límite. Ya en su etapa de estudiante en Tokio, en la Universidad de Waco, Sagawa tuvo su primera fantasía caníbal con una profesora de origen alemán a la que trató, sin éxito, de atacar sexualmente.

En 1981, ahora radicado en Francia, Issei rememora la pesadilla vivida en Waco, esta ocasión una de sus compañeras en la Universidad, la también alemana Renee Hartevelt, fue el blanco de su obsesión. Tras convencerla de cenar en su departamento, Sagawa planeó detenidamente cómo cumplir con su fantasía, tras ser rechazado, todas aquellas imágenes de años y desencantos anteriores volvieron a su cabeza, pero esta vez no bajaría la mirada aceptando el desdén, ya había tomado sus precauciones, en el ropero guardaba un rifle calibre .22 con lo que silenciaria las frases de desprecio.

El cuello recibió el impacto de la bala, la muerte fue inevitable pero la alegría se dibujó en el rostro del homicida, por fin podría poseer por completo a la mujer de sus sueños, sería suya hasta el último centímetro de su piel, al desangrarse el cuerpo Issei inició a cortar nalgas, senos y muslos de la víctima; comió casi en su totalidad los trozos de carne hasta saciar por completo su apetito, principalmente el sexual.

Issei se tomó su tiempo y durmió al lado del cuerpo sin vida y segmentado por los cortes que había realizado, al término de la fantasía Sagawa intentó tirar los restos en un parque cercano, pero su diminuta figura le impidió hacerlo sin ser descubierto, pues varios fueron los testigos que observaron sus torpes movimientos y los restos cadavéricos que iba tirando a su paso.

Pese a ser asesino confeso, Issei Sagawa no pisó la cárcel al ser declarado incapaz de enfrentar un juicio, más allá de la cárcel y la condena, la fama y el dinero han llegado a la vida del caníbal más refinado de la historia.