El Consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, se ha despedido de su cargo durante la Junta General Ejecutiva. Como en reunión de cantina se levantó… bueno y también se puso de pie, dio un sorbo a su chupe y aclaró la garganta. Los allí presentes pensaron que íba a recitar el brindis del Bohemio o a recitar una de Paco Stanley pero no… se dirigió a los asistentes con mirada torva y voz enchida de emoción para decir: “Al concluir este periodo en la presidencia del INE y de esta Junta General les reitero, como presidente, todo mi respeto y mi más sincero afecto, y como ciudadano les digo sólo gracias, muchas gracias. […] Y como coordinador de este trabajo, muchas gracias y hasta siempre”. Terminando estas séntidas palabras, con el brazo extendido al frente y micrófono en la mano… lo miró a todos, asintió y dejó caer el micro… Todos aplaudieron.

Pese a que la mayoría en el INE había propuesto hacerle un Roast a Lorenzo, al final se rajaron porque dijeron que no se aguanta, que es muy de tomarse todo a pecho (sí lo sabrá AMLO). Así que deshecharon la idea, eso sí, le pusieron su corona de rey del burger king, le aplaudieron todas sus chingaderas… ejem, digo sus comentarios perspicaces y al final se procedió a que consejeros y otros trabajadores, al estilo secundaria le firmaran su camisa. Hubo detalles bonitos como quien le escribió “Nunca voy a olvidar nuestros fraudes electorales juntos” o lo que escribió Edmundo Jacobo en la espalda de la camisa de Lorenzo… “Esas nalguitas son mías”, detalles todos de profunda camaredería y procaz solidaridad laboral. Se nos va un grande… bájenme del país que no vale la pena sin Lorenzo, hoy murió la democracia, el Estado de derecho y hasta el parlamento intergaláctico que sale en Star Wars.