La sala es amplia y fría, la piel siente diminutos impactos a consecuencia de inofensivas pompas de jabón, el público refleja en el rostro la mueca de la interrogante; la respuesta es sencilla, el jabón se ha mezclado con agua reciclada de las salas de limpia de la morgue, la burbuja es tan frágil y su estallido tan insignificante como la vida de todos nosotros, sobre todo, de aquellos cuyos restos son olvidados en un apartado rincón…
La anterior es la descripción de “Vaparización” título de uno de los más recientes trabajos de la sinaloense Teresa Margolles, considerada por muchos, como la artista mexicana más importante de nuestro tiempo.
Teresa cuenta que durante su infancia en Culiacán tropezaba constantemente en su camino con animales muertos. Recuerda especialmente el cadáver de un caballo del que pudo observar su proceso de descomposición, sobre todo la hinchazón. Una tarde cogió una piedra y con inocente crueldad la tiró sobre el vientre del animal que se abrió dejando escapar decenas de polillas. Este fue el momento de arranque para el trabajo conceptual que desarrolla ahora y que la ha llevado a exponer en diferentes lugares del mundo.
Teresa Margolles funda junto a Arturo Angulo y Carlos López el grupo SEMEFO en 1990, colectivo que surge a partir de varias reuniones que sostenían sus integrantes en el psiquiátrico de La floresta, donde músicos, artistas plásticos y performanceros se juntaban para leer expedientes de los internos, y con ellos crear conceptos que plasmarían más tarde en el trabajo interdisciplinario del grupo. Durante su participación en SEMEFO, el trabajo creativo de Margolles se caracterizó especialmente por la utilización y reciclaje de materia orgánica como material artístico, material obtenido de animales muertos a los que SEMEFO utilizaba como elemento central en sus instalaciones y performances en los que provocaban una agresión directa al publico; aun se recuerda aquel memorable carrusel realizado con cadáveres de caballos y expuesto en una de las salas del Museo Carrillo Gil.
En su faceta como “solista”, una vez desaparecido SEMEFO en 1998, Teresa Margolles continuó su quehacer estético de forma independiente y menos saturada de elementos, ella misma define este cambio como una simplificación de sus piezas que transitan por el camino de la muerte y la violencia como generadora de conceptos artísticos, en este periodo utiliza preferentemente materiales proveniente de cuerpos abandonados en las morgues mexicanas que sufrieron algún tipo de muerte violenta.
La etapa más reciente de la artista muestra una clara tendencia minimalista y un mayor compromiso político, mismo que se ve reflejado en trabajos como: “Lengua”, en el que colgó de una pared de Bellas Artes la lengua de un joven punk con el cuerpo totalmente tatuado con el fin de que esa muerte y esa lengua hablaran sobre las miles de muertes anónimas que la gente no quiere ver y simplemente prefiere ignorar.
Sería muy fácil caer en el simplismo del uso del morbo y lo grotesco como pieza central del trabajo de Margolles, la propuesta va mucha más allá y nos lleva a la reflexión de la existencia fugaz, la muerte del desconocido, la vida intrascendente, y la absorción de la vida por parte de la modernidad.
Grasa de cuerpos abandonados y desconocidos, tabiques de cemento combinados con restos de animales muertos en la carretera, agua, armas extraídas de las víctimas, e incluso ella misma posando junto a cadáveres en la serie “Autorretratos” son sólo parte de los materiales utilizados por Teresa Margolles en su búsqueda constante de un arte que “deje yagas”, que provoque algún tipo de reacción en el espectador, tanto en acostumbrado a visitar galerías, como todo aquel al que pueda llegar en su trabajo de arte público como el realizado en Cuba; Indiferencia, asco, reflexión o interés cualquiera que sea la repercusión provocada, ésta será bienvenida por una artista tan determinante como Teresa Margolles.