El fútbol mexicano está en semifinales pero… ¡Qué semifinales!. Por un lado tenemos a los buitres amarillos contra los perros con cuernos, o sea a las águilas contra las chivas, que pasaron porque el Atlas es muy noble. Y por otro lado, tenemos a Tigres contra Moterrey, el clásico regio. Aunque ya se han encontrado en una final en 2017, Tigres y Monterrey desatan una pasión bárbara. Por cierto en aquella ocasión ganó Tigres y se coronó campeón en el estadio de rayados, la olla esa de cocción lenta llamada Estadio BBVA.
Ahora se vuelven encontrar y es tanta la pasión, expectación y borracheras por venir, que ya no sólo la cerveceras se están preparando sino también los distribuidores de cabrón, que incluso tuvieron que dinamitar una nueva veta a las orillas de Nuevo León nada más para que nadie se quede sin su carnita asada. Por su parte las carnicerías se dicen listas para asumir el reto y en caso de quedarse sin suministros no tienen miedo de recurrir al caballo o como en la CDMX al perro.