Cuando el árbitro pito el final del partido entre Tigres y Chivas, todos los jugadores y cuerpo técnico de los universitarios salieron corriendo al medio campo a festejar… todos menos uno; André Pierre Gignac, quien salió a buscar un rosario que había enterrado en el césped del estadio Akron.
Ya luego del festejo, la entrega de medallas y trofeo al campeón, Gignac abrió su vestidor y en el se pudo observar que tenía una herradura colgando, un collar de ajos, otro de limones, un San Antonio de cabeza, había enterrado a un lado cuchillos junto con una estaca que había sido usada para espantar a un espíritu maligno en el siglo 18. Luego se quito los shorts y traía amarrada al calzón una pata de conejo y un moño rojo. Después abrió su maleta y de allí sacó una santa muerte, un malverde y un buda de oro.
Al quitarse la playera dejo ver que traía un crucifijo hecho con madera de una reliquia cristiana y una moneda de plata de un dólar.
Ante esto fue cuestionado si era supersticioso o tenía cábala… no nos quiso contestar porque no habla en presencia de un gato negro y justo se había aparecido, mismo que se llevo un duende celta que es asistente de André Pierre.
Les dejamos el momento en que Gignac desentierra el rosario.