Yiang conducía su frágil bicicleta, la oscura noche no era impedimento para seguir avanzando, la ruta la tenía trazada en su mente desde hace semanas, era el momento de realizar el último recorrido hacia esa dirección. El pedaleo era apenas perceptible, nadie se percató que cada metro quedaba detrás con mayor velocidad, la prisa por llegar al destino era desesperante para Yiang, el sudor de la frente no era producto del esfuerzo físico, no sentía cansancio pese a la enorme mochila que transportaba sobre su espalda, algo muy dentro de él producía la transpiración, la ansiedad era la culpable de  cada gota salada que brotaba de su cuerpo. Por fin llegó a su destino, no era necesario llamar a la puerta, bajó de la bicicleta y buscó un par de herleta y buscecesario llamar a la puerta, baj espalda, dor de la frente no era producto del esfuerzo framientas dentro de la mochila, secó el sudor de sus manos en los costados de su ropa, tomó una lámpara y un martillo, no necesitaría más, dejaría que la imaginación hiciera el resto. Con sigilo entró a la vivienda, la redonda luz que salía de la lámpara le avisaba por donde caminar, había revisado cada una de las piezas, sólo faltaba la habitación principal, apagó la lámpara y espero unos segundos a que sus ojos se adaptaran a la oscuridad, estaba listo, apretó el mango del martillo, entró violentamente al cuarto y descargó el peso de la herramienta en la cabeza de aquel hombre que yo no despertó más, a ella la impactó menos fuerte, la necesitaba viva para poder violarla y torturarla, sentir el placer de mirar su miedo.

Yiang Xinhai es sin duda el peor asesino en serie chino de la historia, se calcula que sus homicidios alcanzaron las 65 víctimas mientras que los ataques sexuales sumaron 23, todos cometidos en tan sólo 4 años, entre 1999 y 2003.

Yiang fue el menor de 4 hermanos, su infancia y adolescencia la vivió entre penurias y carencias, su familia era una de las más pobres de la provincia de Henan. A los 17 años abandonó el hogar y comenzó a vagar por el país asiático, sobrevivía con empleos ocasionales de los que siempre era despedido por su hábito de robar pequeños objetos de todos sus empleos. Al quedarse sin recursos, comenzó a robar casa habitación, sin embargo, fue aprendido y obligado a realizar trabajo forzado durante 3 años, el homicida chino cayó por segunda ocasión en la cárcel tras el intento de violación a una menor.

Una vez en libertad, el criminal se encontró sin dirección, entabló una relación sentimental con una joven que al enterarse de su pasado criminal decidió abandonarlo, ese hecho funcionó como detonante de una larga secuencia de asesinatos y violaciones, las armas preferidas de Yiang eran los martillos y las hachas, acostumbraba a entrar a los domicilios por las noches y atacar con fiereza a todos los habitantes del lugar, a las mujeres las dejaba vivas para atacarlas sexualmente, muchas de ellas murieron a consecuencia de las brutales violaciones sufridas; tras los ataques robaba algunas pertenencias con el fin de intercambiarlas o guardarlas como fetiches.

El ritmo asesino de Xinhai fue impresionante, en ocasiones sumaba 3 o 4  víctimas en una sola noche; la zona de caza predilecta del homicida fue Henan, ahí asesinó casi a 50 personas y violó a 17 mujeres; otros puntos recorridos por la furia asesina de Yiang fueron  las provincias de Hebei, Anhui y Shadong.

El criminal fue detenido tras una revisión de rutina, los policías se dieron cuenta de su excesivo nerviosismo, algo poco usual en los asesinos seriales, Yiang terminó declarando los homicidios, las autoridades chinas lo condenaron a la pena capital, moriría ejecutado con un balazo en la nuca el 14 de febrero de 2004, una muerte rápida muy lejos de las horas de sufrimiento que vivieron cada una de sus víctimas