Berlín, mayo 2023. Con motivo de la conmemoración del Día de la Victoria por parte del Kremlin el pasado martes 9 de Mayo, un amplio sector de los poderes fácticos de Alemania y la OTAN buscan criogenar el ADN del innombrable, a partir de los restos de su mandíbula hallados afuera de su bunker en mayo de 1945. Y es que la OTAN y su aliado alemán no han podido penetrar todavía más allá del Donbás, como alguna vez en su momento sí lo consiguieron los nefastos nazis.

Cuenta la leyenda que Hitler se apoderó de la Lanza del Destino o Lanza de Longinos (la que penetró el costado de Jesús durante su crucifixión) cuando se anexionó Austria en 1938, sacándola del Museo Imperial de Hofburg, porque estaba loco y convencido que él era la reencarnación del príncipe medieval Landolfo II de Capua, otro loco también obsesionado con los poderes de la lanza para lograr sus triunfos en el campo de batalla.

Como la alta cúpula nazi tenía creencias esotéricas y místicas, los británicos recurrieron al estudioso Walter Johannes Stein, experto en mitología germánica y exiliado en Reino Unido por la represión nazi. Gracias al doctor Stein se supo de la admiración de Hitler por la Lanza del Destino, que le había proporcionado la victoria en su Guerra Relámpago (Blitzkrieg Bop, la canción de Los Ramones). Pero se supo también que carecía de un testículo, por no decir que le faltaban huevos, al conocerse en Viena, antes de la Primera Guerra, el joven Adolfo y el doctor Stein (ambos aficionados al ocultismo medieval) nadaron en el río Danubio, momento en el cual se dio cuenta de aquella falta.

Según Jacques Bergier en su libro El Retorno de los Brujos, el líder nazi se volvió adicto al peyote, con el que se inducía trances para poder ver a los “superiores desconocidos”, quienes le ayudarían a conseguir la derrota de la Unión Soviética. Esa teoría está un poco fumada, porque difícilmente uno se puede volver adicto al jicurí (peyote), cactus sagrado del pueblo wixarica (huicholes), y la otra dificultad estriba en conseguir peyote en abundancia en la Alemania de los años cuarenta, sin olvidar que durante la República de Weimar se pusieron al alcance de los alemanes diversas sustancias psico-activas, como en el caso del filósofo alemán de origen judío Walter Benjamin, quien escribió un libro sobre sus experiencias con hachís, antes de suicidarse para no caer preso de los nazis en Francia. También el escritor Antonin Artaud escribió en los años previos a la Segunda Guerra acerca de sus experiencias con la mezcalina, ingrediente activo del peyote.

Pero el proyecto de revivir al Führer no es sólo producto de alucines peyoteros, en diciembre de 2022 la policía alemana desarticuló una red de conspiradores que buscaba derrocar al gobierno e instaurar un nuevo Reich o Reino Alemán. Uno de los implicados fue el príncipe Heinrich XIII de Reuss y sus seguidores, los reichsbürger (ciudadanos del Reich), vinculados a la extrema derecha política alemana, que consideran que su país es un simple brazo ejecutor de la OTAN y desean devolverle a Alemania sus antiguas glorias:

www.nytimes.com/es/2022/12/13/espanol/alemania-principe-heinrich-xiii.html

Si la Lanza del Destino ayuda a ganar a quien la posee, pues parece ser que los Estados Unidos llevan las de ganar (o también las de perder, por aquello que todo gran poder conlleva a una gran responsabilidad). Fue el teniente gringo William Horn quien con su regimiento entró en Nuremberg el 30 de abril de 1945, lugar donde Hitler había depositado la Lanza del Destino, y que muy probablemente se la llevó como botín de guerra a suelo americano (donde hay muchos fanáticos creyentes cristianos).

El problema estriba también en que la historia demuestra que es difícil derrotar a la Madre Rusia. Cuando la Lanza del Destino fue hallada por los Cruzados en Tierra Santa, la depositaron como reliquia en una catedral francesa. Años más tarde y confiado en ello, Napoleón Bonaparte se lanzó a la conquista de las estepas rusas con un resultado desastroso, que provocó su caída. Una vez derrotado, la Austria imperial se hizo de la Lanza del Destino para imponer un Nuevo Orden europeo pos-napoleónico bajo el canciller Metternich. La Alemania de la Primera Guerra también ocupó las estepas rusas hacia 1916, pero la Revolución Rusa le devolvió el golpe con propaganda socialista, contagiando a su población y causando protestas obreras que dieron al traste con Guillermo II. Casi lo mismo sucedió con Hitler, cuando invadió las estepas de la Unión Soviética y sufrió un tremendo descalabro, y todos ellos poseían la mística Lanza del Destino.

No sabemos si con este resurgir y revivir de la extrema derecha y el neonazismo en varios países de Europa se logre de una vez por todas penetrar en las estepas rusas y sojuzgar Moscú, como alguna vez lo hicieron las hordas mongolas de Lejano Oriente (Xi Jinping se mostró como intermediario en el conflicto Rusia-Ucrania), para que Occidente logre apropiarse de los enormes recursos naturales de Siberia. Por el momento se busca revivir al Führer porque no se ve salida al conflicto.