La Dirección Federal de Seguridad ( DFS) representó la policía política y agencia de espionaje contra los grupos subversivos del gobierno mexicano desde los años 40, su creación buscó identificar las posibles amenazas contra la seguridad nacional que pudieran darse como resultado de la segunda guerra mundial y la infiltración de grupos e ideologías fascistas y comunistas en territorio nacional.
Tras el termino de las hostilidades mundiales ocasionadas por la guerra, la Dirección Federal de Seguridad fue utilizada por el Estado Mexicano para espiar a los grupos de oposición, sin embargo, los excesos se hicieron presentes, la DFS inició el espionaje, persecución, desintegración y tortura en contra de distintos grupos organizados que, en apariencia, buscaban desestabilizar al régimen priísta que iniciaba su formación.
Las guerrillas urbanas y rurales, así como los grupos estudiantiles, periodistas e incluso movimientos revolucionarios latinoamericanos como el cubano, fueron el blanco donde los agentes, autodenominados Tigres de la DFS, pusieron su mirada y todos los recursos del Estado para identificar, reprimir y desaparecer a todo aquel que pudiera representar la más mínima amenaza contra el gobierno.
No fueron pocos los personajes que hoy se recuerdan como auténticos verdugos y que dirigieron la DFS: Gutiérrez Barrios, Luis de la Barreda, Miguel Nazar Haro y Antonio Zorrilla son un botón de muestra del tipo de funcionarios que establecieron la forma de actuar de la Dirección
El homicidio del periodista Manuel Buendía, la desaparición de Rosendo Radillla, la masacre de Henriquistas en la Alameda Central y la persecución de la Liga Comunista 23 de Septiembre forman parte de la negra memoria de la DFS y de los pasillos de sus oficinas ubicadas en Plaza de la República en la Colonia Tabacalera y la circular de Morelia en la Colonia Roma